Me llamó de forma inesperada un chico de voz joven. Diciéndome desde el periódico que si podíamos hacer una entrevista acerca de mi trayectoria como ilustradora de cuentos. Obviamente dije que sí, eso me daría más visibilidad como artista. Cuando leí el título de la noticia, me quedé atónita. ¿Cómo pueden decirme solo que mis personajes sonríen poco? Me considero una persona alegre y optimista, la mayoría de mis obras están llenas de color. Y la tristeza también tiene un bonito color. Otra cosa es que quiera expresar una emoción, un sentimiento, un momento vivido y lo canalizo a través del personaje.
Claro que tengo altibajos, como todo ser humano, pero fijaos que de todo lo que llegué a decir, se quedan con lo más ambiguo. Porque llama más la atención. Y allí me di cuenta, que tienes que tener mucho ojo de cómo dices las cosas. Porque el hilo es tan rojo y delgado que tu línea puede ser malinterpretada en cuestión de segundos. Aunque he de decir, que el resto de la entrevista fue positivo y ameno, las preguntas que me formuló fueron interesantes porque pude explicar mi trayectoria y mi forma de trabajar y ver las cosas.