Cuando me ofrecieron la oportunidad de poder ilustrar y pintar un mural en la escuela infantil me lo pensé dos veces. Porque cuando estoy pintando para que lo vean y disfruten los niños, antes lavo mi cerebro de adulto contaminado por uno más inocente y puro y así puedo ver y sentir como ellos. Y transformar la realidad en un mundo más naïf, más soñador, llamadlo surrealista si queréis, pero es mucho más creativo y divertido. Nunca perdáis el niño/a interior que llevamos todos adentro, sino dejadlo florecer siempre que necesitéis ver las cosas con otra perspectiva.
13 de junio, 2017
Torelló, | Escuela Marta Mata